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Crítica de ‘Toy Boy’: el espejismo de los strippers y el sexo

Toy Boy

Parece que ‘Toy Boy’ está sufriendo una especie de fenómeno como el vivido por ‘La Casa de Papel’. Después de pasar desapercibida en la televisión en abierto y marcar audiencias muy bajas, ha llegado con fuerza el catálogo de Netflix siendo de lo más visto en muchas partes del mundo. Aunque ya sabemos las formas de medir de la plataforma, no es tarde para hablar de esta serie de hombretones en paños menores que prometía una cosa y se quedó en un intento de algo interesante.

Premisa interesante, mucho sexo y pocas nueces

La ficción arrancaba con la historia de Hugo Beltrán, un stripper acusado del asesinato del marido de su amante. Tras ser condenado y cumplir pena en prisión, una joven abogada encuentra muchas irregularidades en la investigación y en el juicio y el joven es puesto en libertad. Siete años le han dado para pensar, para recapacitar y querer buscar la verdad de un delito que no cometió.

La premisa no es mala, de hecho, es hasta atractiva. Sin embargo, Antena 3 no hablo de eso en sus resúmenes, ni tampoco en sus avances ni en sus tráilers promocionales. Lo único que les importaba era promocionar una serie llena de testosterona, hombres sin camiseta y marcando abdominales. Es la táctica que emplearon para la película ‘Magic Mike’ del actor Channing Tatum inspirada en su propia vida. Y, cuando ves ‘Toy Boy’ no queda más remedio que pensar que nos vendieron una imagen que no corresponde con la realidad.

Quieren tratar un tema tan delicado y complicado que al final no saben hacerlo. Hay sexo, hay escenas de cama, hay orgias y hay muchos cuerpos desnudos, pero cuando tienen que arriesgar con imágenes realmente impactantes, no lo hacen. La escena de la orgia es muy bonita visualmente, con todo en su sitio y una buena iluminación; pero se vuelve poco creíble si lo que quieres es engrandecer la cultura y libertad sexual de los protagonistas.

El principal error de ‘Toy Boy’: el casting

Quitando que la trama tiene sus matices y cosas (muy) mejorables, el principal problema que se observa desde el minuto uno es su casting. Algunos de los protagonistas son muy guapos, han preparado su papel a conciencia en el gimnasio y se han saltado las clases de interpretación. La mayoría de ‘Toy Boy’ no dan la talla en actuación, son planos y sin los matices que requieren ese tipo de personajes tan delicados y con un mundo interior tan rico. Fue arriesgado escoger a actores semidesconocidos para ese tipo de papeles y el error les ha salido caro.

Lo mismo ocurre con María Pedraza. No porque no sea buena actriz o porque lo haga mejor o peor, sino porque nadie puede creerse su papel de abogada metomentodo. Principalmente por su edad, apariencia y rasgos físicos y porque muchos la seguimos viendo y recordando de ‘Elite’ o ‘La casa de papel’ como una chica de instituto. Quieren que creamos que es una joven que ya se ha sacado la carrera y cualquier actriz con unos años más, hubiera sido una apuesta mejor y más verisímil.

Menos mal que no todo el casting es así. Tenemos grandes ejemplos del panorama nacional que han sabido tratar bien a sus personajes, hacerlos suyos y que los valoremos por su desarrollo en la serie. Junto a Pedro Casablanc y Adelfa Calvo, sin duda Cristina Castaño es lo mejor de la serie ya que hace que nos olvidemos de Judith (en ‘La que se avecina’) y queramos conocer un poco más a Macarena. Las interpretaciones de Álex Gadea, José Manuel Seda, Nía Castro, José de la Torre o Juanjo Almeida también son acertadas, lo que se pedía en este tipo de papeles.

En resumen, ‘Toy Boy’ es una serie cargada de espejismos, de cosas que no son como parecen a simple vista, de tramas que cuando te acercas te sorprenden (para bien o para mal) y al final resultan ser siempre algo decepcionante. Es una ficción rápida y con buen ritmo que se deja ver. A veces te saca de contexto, pero cuenta con tramas más allá de los cuerpos de los strippers y sus bailes eróticos encima del escenario. Si te quedas con esos argumentos que subyacen de forma secundaria, con el desarrollo del caso, la evolución de algunos personajes y un final más que aceptable, incluso puedes entretenerte viendo ‘Toy Boy’.

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