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Ser periodista

Ser periodista en los tiempos que corren no es fácil, se ha convertido en un reto casi imposible. Un objetivo con el que navegar contramarea y muchas veces sin una isla en la que desembarcar y tocar tierra firme. Afortunado o no, desde que salí de la carrera ser periodista ha sido mi meta principal y he luchado por ello con uñas y dientes. Aunque no siempre ha sido todo bonito…

Ser periodista a veces es sinónimo de “trabajar gratis” y eso nunca debemos permitirlo. Por desgracia es una práctica que hemos aceptado alguna vez a lo largo de nuestra vida, pero hay que diferenciar entre un artículo colaborativo para echar una mano a un amigo o una colaboración esporádica a ir a trabajar durante X horas y no cobrar nada a cambio. ¿Acaso lo harían ellos?

Ser periodista significa levantarse para ir a trabajar, coger un medio de transporte, arreglarse, ver a tus compañeros y estar en un puesto o cubriendo actos durante una jornada. Así día tras día. O estar en casa pegado al ordenador, haciendo artículos y desempeñando tus funciones de la mejor manera posible a pesar de las inclemencias externas que nunca son favorables (vecinos, carteros, llamadas de teléfono, citas con el médico, bancos…).  No es llevar cafés ni hacer fotocopias, es un trabajo digno como cualquier otro.

Ser periodista no es aceptar todo lo que nos ofrecen por miedo a quedarte sin trabajo. Es un miedo muy recurrente pensar que si no coges «esa» oferta denigrante y vergonzosa, tal vez en un tiempo no tengas nada a lo que agarrarse. En ello se escudan las grandes empresas, en gente desesperada con personas a su cargo que debe ganarse el pan para ellos y su familia. Si esas compañías leyeran con atención sus «ofertas», verían que las condiciones del trabajo no están equiparadas a esos sueldos cada vez más ridículos que otorgan.

Ser periodista es decir basta cuando ves que las cosas no son como esperas. A veces nos ha ocurrido que comienzas a trabajar de colaborador en cualquier sitio (offline u online) y las condiciones van cambiando a lo largo de tu estancia. Está claro que debemos adaptarnos a los nuevos tiempos, a la tecnología y las prisas de la sociedad actual pero si yo tengo que hacer más párrafos, colgar mejores fotos, maquetar tu trabajo y hacerlo a tiempo, ¿por qué el dinero que recibo es el mismo? Por todo ese trabajo, ¿no debería también incrementarse el salario?

Ser periodista es no dejarse ningunear por nadie. En ocasiones me han dicho: “está bien que valores tu trabajo de esa manera” y me lo dicen exactamente cuando querían que cobrara cada mes una cosa diferente por el mismo trabajo y a expensas de hacerlo o no, dependiendo de los pagos de un tercero. Entiendo las circunstancias hasta cierto punto… pero si no puedes pagarme X dinero no me lo digas desde el principio, si no puedes mantener una regularidad, no exijas el mismo trabajo.

Ser periodista es sinónimo de seguir los plazos y las entregas. Es algo muy importante en nuestro trabajo. ¿Cuántos días hemos estado pegados al ordenador porque tenía que salir un artículo o cuántas noches hemos pasado en vela porque se te ha echado el tiempo encima? Si nosotros hemos hecho ese sacrificio, es lógico pensar que los empresarios deberían cumplir también y no se “olviden” de publicar tu contenido o lo ninguneen como si fuera algo sin importancia.

Ser periodista es tener una profesión de alto riesgo. No solo por los reporteros que se juegan la vida narrando guerras y acontecimientos de extremo peligro; riesgo es meterse en un trabajo menospreciado por la inmensa mayoría de la población. Lo que no saben es que sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia y les guste o no nuestro trabajo es necesario.

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