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Una casa histórica para ver la cara del pueblo seguntino

Catedrales, museos, castillos, iglesias, palacios… a lo largo del tiempo cualquier construcción arquitectónica, escultórica o artística se ha convertido no solo en el objetivo de las cámaras fotográficas, también en el mejor recordatorio para conocer el pasado de una ciudad. Los más curiosos a menudo investigan los rincones menos conocidos, sin embargo pocos dan cuenta que para saber realmente la historia de nuestros antepasados hay que conocer también cómo vivían dentro de las casas y no fuera.

Esa es la premisa que impulsa San Roque 16, una casa histórica de Sigüenza localizada en el barrio barroco y que pretende mostrar los recovecos de su hogar para formar una idea de cómo fue su pasado. Situada frente al hogar de Fermín Santos, es de las pocas edificaciones que todavía se mantienen sus plantas enteras sin ser divididas en bloques o pisos.

En uno de los últimos plenos del Ayuntamiento de Sigüenza se aprobó una propuesta por unanimidad, en ella decía que la gente podría interesarse en “ceder” sus lugares y espacios personales con el objetivo de enseñarlos al público y entre todos hacer de Sigüenza un museo vivo. “Espero que no solamente sea esta casa, que haya muchos otros lugares visitables. En Sigüenza todavía quedan fábricas de chocolate o imprentas escondidas en los sótanos… cosas que no podemos dejar que se pierdan. Entre todos podemos hacer que Sigüenza sea un museo abierto”, explica Emilio Pintor, escritor, propietario e inquilino de San Roque 16.

La casa tiene entre unos 1.200 metros cuadrados edificados en distintas plantas. Mantiene espacios visitables, algunos están reformados, algunos han cambiado su función primordial y otros será únicamente utilizados por las personas que viven allí; pero todos ellos podrán englobar la idea de cómo se vivía en ese momento en Sigüenza ya que se ha respetado al máximo la estructura de cómo era la casa entonces.

ASÍ ES SAN ROQUE 16.

Al entrar en San Roque 16 lo primero que se observar es un cuadro de la ciudad visto desde la estación que proporciona equilibrio en un espacio dedicado a distintas culturas. Jerusalén, Armenia y Birmania conviven sin conflictos gracias a los detalles que la familia Pinto ha recopilando en sus viajes.

El espacio donde antes se guardaban los animales se ha reconvertido en una cómoda biblioteca con grande sobras de arte y dedicado a belenes del mundo y a figuras de herrero; pasando por una chimenea, de las siete que tiene la casa, se llega a un patio donde está uno de los tesoros más reconocibles de la casa, sus geranios de siete metros de altura.

Al subir por las escaleras de madera antigua de la época, se pasa a una cocina muy grande y el comedor de invierno. Los dueños han querido respetar todo lo posible lo original, por eso se conservan las cañerías, las puertas originales, todas las pilas de agua e incluso los suelos donde se observan las formas de los cuartos y los recuartos. Ya en la segunda planta, el fresco en la pared de Apolo y Dafne nos saluda antes de dar con una de las contraventanas más antiguas que datan del siglo XVI y XVII.

Una alfombra de la fábrica de Aurita de Sigüenza da la bienvenida a la planta de las habitaciones, allí solo se podrá contemplar una habitación de invitados puesto que el resto estarán ocupadas por los miembros de la familia. “Hay también un pequeño patio que tiene una fuente arabesca e intenta refrescar en los días más calurosos aunque en Sigüenza no hay muchos”, bromea Emilio Pinto.

La gran galería de Art Deco culmina en la tercera planta, un espacio dedicado al arte que cada año acogerá una exposición única. Se inaugurará con fotos antiguas de Sigüenza para ver lugares emblemáticos como la Casa del Doncel o la Alameda antes y después de la guerra. También repasarán la historia de la propia casa pasando por los anteriores dueños como los Arcilla, él era catedrático y a él pertenece una de las colecciones más importantes de fotografías de la guerra en España que fue donada al Ministerio de Cultura. Otro hizo la planta enrejada donde ahora se encuentran dos galerías que tienen función de despacho y oficinas. Han indagado para saber quiénes fueron los propietarios remontándose hasta los primeros constructores con el obispo heredero de Colón como nombre principal, cuya misión eran ampliar Sigüenza y convertirla en una gran metrópoli.

CONOCER LA CASA HISTÓRICA.

San Roque 16 tiene en total cuatro plantas visitables con determinadas zonas privadas para revivir la historia de los habitantes de aquella época. Coronando la casa se halla una espectacular terraza, un sitio para vislumbrar perfectamente Sigüenza ya que al estar emplazada en el centro de la ciudad se observa con claridad tanto la catedral como el castillo.

Posiblemente a mediados de mes, San Roque 16 esté preparada para darse a conocer al público de manera oficial, Emilio Pinto afirma que “está todo preparado excepto poner la placa con el teléfono y la gente pida cita para reservar”. Serán grupos de 15 a 20 personas y no se realizarán visitas diariamente, sino cuando los propietarios puedan ya que están viviendo en ella. No es una práctica desconocida ya lo hacen en otros lugares como las casas de Toledo, los Patios de Córdoba o la casa de Gaudí en Barcelona.

  • Artículo publicado originariamente en la versión impresa de La Tribuna de Guadalajara.
  • Fecha: 4 de septiembre de 2016.

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