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‘A dos metros bajo tierra’: excelente drama funerario de la familia Fisher

Cumpliendo con los objetivos seriéfilos marcados a comienzos de año (veremos lo que puedo abarcar este año), llego a abril con mi primera serie acababa. Después de tenerla en la recamara durante años, era el momento de ponerse con el drama funerario narrado en ‘A dos metros bajo tierra’, una joya de la televisión de la que debería hablarse mucho mucho más.

Reconozco que me costaba empezar la serie creada por Alan Ball, que diferencia tan gran existe con el sinsentido de ‘True Blood’ creado justo después. Una ficción basada en el día a día de una funeraria no atrae en un primer momento, cuando comienzas a encariñarte con los Fisher, sus problemas, sus dramas, sus amores y sus aventuras el disfrute está asegurado.

‘Six Feet Under’ comienza con la muerte del patriarca de la familia, Nathaniel Fisher mientras espera la llegada de su hijo el día de Nochebuena. Nate regresa a su hogar como un hombre sin un camino, no sabe qué hacer y de repente se encuentra rodeado de su familia y regentando una funeraria, algo que jamás hubiera imaginado. Su vida y la de los suyos cambiaron bastante a lo largo de cinco temporadas años y 63 episodios. Es curioso que el comienzo y el final estén marcados por una dolorosa muerte.

Los Fisher evolucionaron, buscaron sus sueños, se tropearon y mantuvieron la calma a pesar de las continuas pérdidas. ‘A dos metros bajo tierra’ no tiene un misterio definido, nada por descubrir o resolver, no cuenta con una trama final ni siquiera tenía la ambición de ser una drama espectacular, es simplemente una familia en el negocio funerario. Con la sencillez y la originalidad de sus tramas se ha colado como una de las mejores series de todos los tiempos, lo cual apoyo.

Conoceremos la pasión de Claire por la fotografía, el amor homosexual tan bien contado entre David y Keith, los amantes pasajeros de Ruth tras la muerte de su marido, las locuras de Brenda (y su familia), las ganas de Rico de continuar creciendo y los cambios de Nate que modificarían su vida para siempre. Personajes queridos y odiados, algo que es cuestión de empatía personal: Ruth nunca será santo de mi devoción mientras que siempre tendré un hueco para Lauren Ambrose.

Algo que no podemos echar en falta en ‘Six Feet Under’ es la buena interpretación, actores como Peter Krause, Frances Conroy y Rachel Griffiths dan una clase magistral,al igual que Richard Jenkins, un secundario de lujo que no deja de aparecer pese a su muerte. Quizás vislumbrar primero las ocho temporadas de ‘Dexter’ me impide ver a Michael C. Hall como debería, siempre será uno de mis asesinos en serie favorito. La fotografía, la ambientación, los planos y la manera de narrar la historia son de 10.

Entonces llegamos al final, el desenlace donde tenían que contentar a los fans después de tantas horas pegadas al televisor y lo hicieron con creces. He visto la última escena como 5 veces y todavía se me ponen los pelos de punta y no pude evitar emocionarme o soltar una lagrimilla. Una música perfecta y una conclusión que (para mí) se ha convertido en uno de los mejores finales de series vistos en la historia de la televisión. Va más allá del típico epílogo o flashforward, es adecuado, perfecto y muy emotivo, como deberían ser todos.

Me quedó con la última frase que Nate le dice a Claire antes de marcharse: “no puedes fotografiar algo que ya ha acabado”. Sencillas palabras que resumen a la perfección la esencia de una serie rodeada de muerte y desolación en cada rincón: solo puedes vivir, no te conformes con capturar ciertos momentos. Por eso y por todo, gracias a los Fisher y a ‘Six Feet Under’ por hacernos vivir y disfrutar de cada una de sus vivencias.

  • Artículo publicado originariamente en La Vanguardia.
  • Fecha: 16 de abril de 2015.

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