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La vida es el verdadero regalo

En una época en la que nuestra única idea es comprar el regalo perfecto, es fundamental ver que los juguetes, la ropa y el dinero no son lo más importante. Los Reyes Magos podrán venir cargado de regalos para los más pequeños que conservan esa ilusión intacta, mientras tanto para los adultos podía traer un poco de realidad para dar las gracias por lo que tenemos.

Para qué queremos miles de objetos, de productos o de ropa, para qué queremos todo el dinero del mundo o un regalo que vale millones si no tienes a nadie con quién disfrutarlos. Tal vez tendríamos que empezar a pensar que en sí la vida es el verdadero regalo que tenemos hoy (y todos los días del año) y tal vez sea importante que empezamos a valorarla como se merece.

No es muy difícil dar las gracias por tener la vida que tenemos. Habremos pasado dificultades, desamores, tristezas, rupturas, despedidas y perdidas, pero si pensamos en todo lo que le ocurre a la gente del mundo, nos hace ver que en el fondo somos unos verdaderos afortunados. Por eso…

Antes de quejarte de la comida, de dejarte algo en el plato o de desperdiciar los alimentos tirándolos a la basura, piensa en las personas que no tienen nada que comer.

Antes de quejarte por tu casa, piensa en esas personas que viven en la calle y no tienen medios para refugiarse bajo un techo.

Antes de comprarte ropa que aún tienes sin estrenar en el armario, piensa en las personas que no tienen nada que ponerse.

Antes de rechazar la distancia que recorres en un medio de transporte (público o privado), piensa en las personas que caminan lo mismo y lo hacen a pie.

Antes de criticar constantemente tu trabajo, piensa en aquellos desempleados que desearían tener la oportunidad de desempeñar tus funciones.

Antes de condenar la actitud de otros, piensa que ninguno de nosotros está libre de pecado porque todos hemos cometido errores alguna vez.

Antes de pagar tu frustración con otros, piensa que esa persona no se merece tus desprecios injustificados porque a ti no te gustaría serlo.

Antes de criticar a alguien, piensa que esas personas tienen amigos, hermanos, primos, sobrinos o tíos y no te gustaría que hicieran lo mismo a tus familiares.

Antes de discriminar por tener otra manera de pensar, piensa que su opinión es tan respetable como la tuya y la diversidad es lo que enriquece el mundo.  

Antes de vapulear a alguien por su físico, piensa que esa persona puede estar al borde del precipicio y jamás te perdonarías ser tú el empujón que necesita para saltar.

Antes de rechazar a alguien por su condición sexual, sus ideas o su religión, piensa ellos no son diferentes y han tenido que luchar para que la sociedad les trate igual que a ti.

Antes de quejarte de todo, piensa en aquellos que ya no están con nosotros y que no pueden disfrutar del maravilloso regalo que es la vida.

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