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“El Ministerio del Tiempo”: el cuento se ha acabado

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Despedimos para siempre una de las series clave que nos hará entender la evolución de la televisión en España a partir de este momento. “El Ministerio del Tiempo” ha tenido que hacer frente a un sinfín de villanos a lo largo de su historia, enemigos que han intentado destruir su esencia y ha combatido con valor venciendo en algunas batallas, saliendo más que airoso en muchas otras y siendo derrotado en otras.

Como en todos los buenos cuentos, aunque nos diga adiós siempre será recordada por aquellos que han vivido cada capítulo y cada trama con los ojos de un espectador indiscreto y ávido de curiosidad.  En una época dorada para la televisión y las series españolas, la ficción de Pablo y Javier Olivares ocupará un hueco en el Olimpo, al lado de otras que serán recordadas por haber significado algo más en nuestra vida.

Sin tener la misma calidad de la primera etapa, más fresca, más dinámica y más entretenida que ninguna otra; “El Ministerio del Tiempo” ha sabido reinventarse temporada a temporada a pesar de los contratiempos. Una segunda más que decente dejaba paso a una tercera distinguida por un aumento de presupuesto (gracias a Netflix) bien empleado en dotar de verosimilitud a la parte histórica gracias a los espectaculares exteriores que nos han regalado capítulo a capítulo.

Si algo podemos elogiar de este fabuloso cuento es conseguir que  los españoles unidos reivindiquemos nuestra historia, la queramos, la glorifiquemos y la juzguemos gracias a las tramas vistas en “El Ministerio del Tiempo”. No es fácil lograr algo así puesto que las turbulencias de los hechos han podido ser controvertidas pero no han dejado a nadie indiferente, tratando a sus protagonistas con el cariño que se merecen y contando una versión a veces poco conocida de la historia.

La tercera temporada, puntos a favor y en contra

La tercera temporada no empezó con buen pie. El retraso de emisión supuso uno de los grandes inconvenientes para los fans que esperaban ansiosos las nuevas aventuras. Se estrenó en la difícil noche de los jueves intentando aguantar a realitys shows y otros programas que la superaban en audiencia y encima en verano, una época en la que el consumo de televisión desciende hasta límites insospechados.

Si esos no fueron suficientes errores por parte de la cadena pública, el maltrató continuó con su regreso (a los lunes) tras la mid season. A dos episodios de acabar hubo un nuevo movimiento en los días de emisión que  unido a los continuos retrasos comenzando más allá de las 23.00 horas, han hecho que este cuento tenga a su principal villano en casa. Televisión Española se ha comportado de la peor manera posible, haciendo ver que la ficción le importaba más bien poco.

Al comienzo, “El Ministerio del Tiempo” perdía a uno de sus personajes principales de manera repentina, un adiós apresurado por la salida de Rodolfo Sancho que se marchaba por la puerta de atrás. Algo que no ocurrió con la salida de Aura Garrido a mitad de temporada, cuya trama fue justificada con un capítulo hecho a su medida para despedir a Amelia Folch y agradecerle el trabajo que había hecho en el Ministerio y todo lo que ha perdido “por su trabajo”. A pesar del protagonismo de los secundarios y de la actuación de actores invitados, ni Pacino ni la joven Mendieta han logrado encajar tan bien como lo hicieron Julián, Amelia y Alonso.

Uno de los principales errores que se le achacan a esta temporada son las tramas relacionadas con los Hijos de Padilla y el Ángel Exterminador. Se necesitaba ese tipo de historias de fondo alejadas de las “misiones” para no convertir la serie en un procedimental policiaco atemporal con aventuras por el tiempo cada semana. No fue un error en apostar por este tipo de historia que traía a unos verdaderos villanos para hacer temblar los cimientos del Ministerio y ponía a todos en jaque contra ellos.

Ya las brujas de Trasmoz, Goya, Cervantes, Bécquer, Lope de Vega, Alfonso XII y Hitchcock dejaron el listón muy alto durante la primera etapa de la tercera temporada, pero “El Ministerio del Tiempo” consiguió superarse. Lo hizo con tramas al otro lado del charco, hablando sobre la censura, la transición, la elección de Adolfo Suarez como presidente, los refugiados y la propia televisión, haciendo crítica sobre temas que (sin quererlo) estaban de plena actualidad en el momento de emisión de la serie.

Desgraciadamente creo que esto es una despedida, triste y amarga como cuando lees la última página de un libro y no quieres hacerte a la idea de que está acabando. Podría haber una continuación, pero tras el maltrato sufrido es posible que “El Ministerio del Tiempo” haya escrito ya su lugar en la historia, un cuento que ha durado tres temporadas y que nos ha regalado decenas de aventuras.

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