La magia siempre ha sido un tema muy recurrente para las series de televisión, no han parado de realizar ficciones con brujos, magos, superpoderes, lugares fantásticos y un sinfín de historias relacionadas con ello; ‘Embrujadas’, ‘Salem’, ‘Once Upon a Time’ o las recientes ‘Cazadores de Sombras’ y ‘Las Crónicas de Shannara’ son buen ejemplo de ello. Ahora Syfy quiere aprovechar ese nicho de mercado tan suculento y lo intenta con el estreno de ‘The Magicians’.
La serie tiene una premisa con la que muchos nos hemos sentido identificados en alguna ocasión: un chico marginado, solitario, inadaptado y un poco friki que sueña con ser alguien especial y encajar en un mundo fantástico. Quentin se transforma en el Harry Potter moderno y tiene la suerte de recibir la carta de la Escuela de Magia que le invita a incorporarse al siguiente curso.
Las comparaciones son odiosas pero ‘The Magicians’ será comparada con Harry Potter porque ambas se basan en una premisa parecida, a pesar de exponer un resultado bien distinto. Los nuevos magos del siglo XXI dan un paso más allá y en lugar de presentarse como adolescentes, evolucionan y se incorporan a Brakebills College, la universidad para los brujos (aparentemente) buenos.
Ese es el comienzo para la ficción de Syfy: el joven Quentin, que siempre ha creído las aventuras del mundo de Fillory, se encuentra de golpe con la oportunidad de ser un mago. Basada en las novelas de Lev Grossman, quieren dar una vuelta de tuerca al mundo mágico a pesar de carecer de escenas donde prima la realización mágico en su máximo esplendor; un intento que ya probó Ryan Murphy con en la tercera temporada de ‘American Horror Story’ y su particular aquelarre de brujas.
‘The Magicians’ habla de buenos y malos, de buenos que tiene secretos y malos que quieren ser mejores personas, de héroes y villanos; en definitiva de la lucha encarnizada entre el bien y el mal. Como cualquier serie que se precie siempre existe esa dicotomía y aquí se muestra de una manera más real, más visible y más contundente que nunca.
Es un acierto centrar la trama en la universidad, dejando a un lado a los adolescentes y sus típicos problemas vistos en multitudes de ficciones. De hecho la experiencia es un grado y los actores Summer Bishil, Stella Maeve o Arjun Gupta representan unos personajes muy bien construidos, salvo el protagonista Jason Ralph (alias Quentin) que se convierte en un antagonista al que odiar desde el principio.
- Artículo publicado originariamente en La Vanguardia.
- Fecha: 24 de marzo de 2016.